Argentina: Rumbo a las elecciones con el agua al cuello

La Argentina es un país con crisis recurrentes y en decadencia desde hace 50 años, por lo menos. Se puede ver en las estadísticas: por ejemplo, según datos del banco Mundial, el PBI per cápita de Argentina en 2022 fue casi igual al de 1961. Si tomamos los indicadores sociales, como el nivel salarial de la clase obrera en aquellos años, un trabajador en relación de dependencia podía mantener a su familia con un solo trabajo. La pobreza y la desocupación tenían niveles menores al 5%. No había una masa de desempleados y hambrientos sobreviviendo de un plan social, o comiendo en comedores barriales.

A pesar de que el kirchnerismo acusa al gobierno de Macri de la debacle actual, lo cual en gran parte es cierto (el PIB cayó casi 5% durante la gestión Cambiemos y casi 8% a nivel per cápita), los datos del último gobierno de CFK indican que el PIB de 2015 fue solo 1,5% mayor al de 2011, mientras que el promedio regional era del 2,5%. No obstante, considerando el crecimiento poblacional del período, el PIB per cápita marcó una caída de casi 5% en el período 2011-2015.

No es un problema de un gobierno u otro porque la decadencia es estructural desde hace décadas. Es decir, el problema es el régimen capitalista agravado por su carácter atrasado y semicolonial. Esto lo sabe la clase capitalista, pero le echan la culpa de la decadencia al populismo kirchnerista. Dicen, como Macri, que los trabajadores y los pobres quieren vivir más allá de sus posibilidades. O sea, quieren arreglar “la macro” para que haya crecimiento, pero a costa de una mayor explotación y miseria social.

¿Y que dice el kirchnerismo? Que hay que crecer y distribuir. Pero la cuestión es quela economía no crece y lo único que distribuyeron son planes sociales y miseria a un 40% de pobres, con 50% de trabajo precario o informal, y trabajadores en relación de dependencia que ganan salarios por debajo de la línea de pobreza. Eso sí, al decir de Cristina, en sus gobiernos los empresarios “se la llevaron con pala”, y con el FMI cumplieron pagando “al taca taca”, al punto de considerarse “pagadores seriales” ¿adónde quedó entonces ese verso kirchnerista de pagar primero la deuda social?

El peronismo, aun con “viento de cola” es decir, con condiciones internacionales favorables por los altos precios de los “commodities” (soja y otros), terminaron su gobierno con más de un 30% de pobres!!!

El problema ¿cuál es? El peronismo se enraizó en los corazones de los trabajadores cuando Perón les hizo grandes concesiones en su primer y segundo gobierno, gracias a las extraordinarias condiciones provocadas por la guerra y la inmediata post guerra, durante la cual Argentina -que era “el granero del mundo”- era el proveedor de granos y carnes a Inglaterra, obteniendo por ello un enorme superávit comercial. Inclusive Argentina, que era una semicolonia inglesa, llegó a ser acreedora de Inglaterra y cuando ésta declaró la inconvertibilidad de la Libra (es decir, declaró que no iba a pagar sus deudas), el gobierno peronista se cobró estatizando los ferrocarriles y otras empresas inglesas. De esas condiciones históricamente favorables, el peronismo salió recubierto con un halo “nacional y popular” y con un enorme peso político entre los trabajadores. A estos les dejó como herencia la podrida burocracia sindical, que Perón utilizaba para mantener su control sobre la clase obrera. Perón era un general del ejército. Se dice que durante su juventud -siendo teniente- pudo haber tenido participación en la represión del levantamiento obrero en la ciudad de Bs As, conocido como “la semana trágica” (1919). Fue uno de los dirigentes del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) que encabezaron el golpe militar contra el gobierno de Ramón Castillo en 1943. Sin embargo, la burocracia de la CGT decía y sigue diciendo que “Perón es el primer trabajador” y que “los sindicatos son de Perón”. Como la burocracia es peronista, es la forma de decir que ellos son los dueños de los sindicatos -y de las prebendas materiales que obtienen de su control- y que nadie se los va a sacar, y mucho menos los “zurditos”.  

Durante su retorno al gobierno en 1973, Perón se rodeó de lo más de derecha que había en el peronismo. Prácticamente expulsó del movimiento al ala izquierda de la JP-Montoneros, y realizó un gobierno reaccionario, frenando el ascenso que se desarrollaba en la clase trabajadora desde el Cordobazo (1969). A su muerte le sucedió en el gobierno su esposa Isabel Perón, que de Perón solo tenía el apellido. “Isabelita” no pudo controlar a la burocracia sindical, pero quiso imponer una política de shock “neoliberal” (dirían ahora), la cual fracasó ante la respuesta combativa de la clase obrera, que obligó a la burocracia sindical a declarar una huelga general. Al no haber una dirección revolucionaria con influencia en la masa obrera, con los partidos de la izquierda peronista, stalinista y maoísta frenando, lo mismo que la burocracia sindical, se abrió paso al golpe militar de 1976, con su trágica secuela de decenas de miles de “desaparecidos” y asesinados.

Ahora las circunstancias son distintas. No venimos de un ascenso prerrevolucionario como en los 70, pero la función del peronismo es la misma. De gobernar con “relato” de izquierda para encauzar el ascenso del 2001 que volteó al gobierno radical de De La Rúa. De ganar el peronismo-kirchnerista nuevamente un gran peso entre la clase trabajadora y la juventud, por la recuperación económica de 2003 al 2010 gracias a la situación internacional favorable, cuando esta se agotó empezó a girar a la derecha, para cumplir el programa de ajuste que la economía capitalista y la burguesía necesitaba. Sus candidatos desde el 2015 son de derecha: Primero Scioli, después Alberto Fernández y ahora Massa (el ajustador), todos provenientes del menemismo, igual que los Kirchner, que llegaron al gobierno de Santa Cruz cuando Menem era presidente, y si no eran plenamente menemistas lo disimulaban bastante bien con sus adulaciones al riojano y principalmente con sus actos, ahora sepultados en el olvido popular, como el apoyo a la privatización de YPF en 1993.

Para los trabajadores esta situación es difícil de asimilar, sobre todo porque no tienen otro lugar, otro partido o movimiento adónde ir. Juntos por el Cambio está integrado por una derecha recalcitrante y por los radicales, a los que en el pasado han odiado por “gorilas” (antiperonistas y antiobreros). Un sector de la juventud trabajadora y precaria apoya a Milei que tiene un discurso ultraliberal demagógico contra el Estado y la “casta” de los políticos. La izquierda centrista que se dice “trotskista” reunida en su mayoría en el FIT-u, ha perdido peso entre la vanguardia de la clase trabajadora, en parte por el retroceso reaccionario general del cual ellos mismos en parte son responsables, por sus métodos de aparato burocrático, las acciones vanguardistas[u1] , y la conciliación con sectores de la burocracia reformista, en el plano de la acción sindical, mientras que en el plano político sus posiciones son oportunistas. En la clase trabajadora, por ahora prevalece la decepción y el escepticismo.

Pero las luchas de las docentes de Salta y el proceso de luchas en Jujuy que abarcó a varios gremios (principalmente docentes -Cedems y Adep-, con participación también de Soem -municipales- y Atsa -salud- en menor medida, etc.), indican que la paciencia se está terminando. En Jujuy la lucha salarial de las trabajadoras docentes empalmó con la lucha de las comunidades originarias contra la reforma constitucional que quiso imponer el gobernador jefe del partido radical (UCR) Gerardo Morales, con apoyo del peronismo provincial[u2] . La continuidad de la lucha se sostuvo durante más de un mes. El gobierno desató una violenta represión y persecución a los activistas que hace recordar a los procedimientos de la dictadura militar, los que se conmemoran todos los años durante “la marcha del apagón”. Por esta acción de represión decidida, Larreta propuso a Morales como su candidato a vicepresidente en la interna de Juntos x el Cambio. Es una manifestación explícita de la mano dura con la que tanto Larreta como Bullrich prometen derrotar a los trabajadores. A pesar de la saña empleada en la represión no hubo manifestaciones significativas del kirchnerismo en contra, y ni siquiera mereció una sola palabra por parte de CFK en las dos o tres actos de campaña en los que participó. Será porque el propio kirchnerismo fue responsable de hechos similares a los que ocurren en Jujuy, siendo ellos gobierno en la provincia de Santa Cruz en la localidad de Las Heras contra los trabajadores petroleros y de la construcción en el año 2006[u3] .

Uno de esos actos destinado supuestamente a destacar la repatriación de un avión que participó arrojando “desaparecidos” al Rio de la Plata en los vuelos de la muerte, fue utilizado por Cristina para justificar la designación de Massa como candidato, pero no dijo nada mientras se llevaban secuestrados a los activistas de los cortes de ruta en Purmamarca (Jujuy) luego de la represión. Esto también indica cual va a ser el papel del kirchnerismo que seguramente será oposición durante el próximo gobierno, cuando quizás encabecen protestas para aspirar a recuperar el poder en 2027, pero sin llegar a desestabilizar al gobierno entrante.

Peronismo (UxP), Juntos x el Cambio, Milei: Todos a favor de los capitalistas, el ajuste y el FMI

El “frente del ajuste” existe hace rato, como un acuerdo tácito que flota por encima de las diferencias políticas. La grieta está en las disputas por los cargos políticos en el poder estatal. Pero a la hora de defender los intereses generales de los capitalistas y el imperialismo todos se disciplinan a ese objetivo, cumpliendo cada uno el papel que le toca en el reparto.

Como en el cuento para niños, Macri pidió un gran préstamo, pero la plata “se fugó”. El gobierno del Frente de Todos renegoció el acuerdo con el FMI y Juntos x el Cambio lo aprobó en el Congreso. El gobierno nacional y todos los gobiernos provinciales, oficialistas u opositores apoyaron el ajuste y el nuevo acuerdo. Pero Cristina para no quedar “sucia” hizo renunciar a Guzmán y después -Batakis mediante-, asumió Massa. Quienes ahora quieren destacar la capacidad y “el temple” de Massa dicen que cuando asumió, el gobierno estaba a punto de salir de la casa rosada en helicóptero. Al decir de CFK, Massa agarró “una papa caliente”. Con esa frase, también quieren disculparlo en parte por la inflación creciente, ya que en lugar del 3 y pico que preveía el ministro para el mes de abril, el índice oficial marcó el 8,4%. Aunque “devaluado” por la inflación creciente, Massa sigue en carrera, como ministro y como candidato presidencial, aunque la situación político-electoral y la situación social pueden verse afectadas según como terminen las negociaciones con el FMI.

Mientras tanto progresa el “frente del acuerdo o consenso nacional”, cuya primera piedra puso el embajador yanki Marc Stanley en su discurso la 19a. edición del Consejo de las Américas en Buenos Aires, en agosto de 2022, cuando dijo:  “He oído a Horacio (Rodríguez Larreta, que había disertado en el panel anterior) hablar de que quería ser parte de una coalición en el próximo gobierno que salvara al país; yo les digo que el momento es hoy, que no esperen a las elecciones de 2023, sin importar la ideología o posición partidaria, unan sus fuerzas ahora mismo, este es el momento”. Si el embajador yanki llama a unir fuerzas, seguro que no es para combatir al capital ni al imperialismo. Ese frente es para imponer un durísimo ajuste contra los trabajadores. Larreta y Massa, que probablemente sean los candidatos que pasen a la segunda vuelta electoral, serían los protagonistas principales, aunque ya se están sumando más adherentes, entre los cuales hay que destacar al lanzado candidato del “cordobesismo” Juan Schiaretti. Todos ellos saben que gobierne quien gobierne a partir de diciembre, tendrán que hacer un ataque profundo a las condiciones de vida y laborales de la clase trabajadora, y temen que reaccionemos, que haya un levantamiento obrero y popular como ha ocurrido en los últimos años en otros países. Por eso necesitan aunar fuerzas para imponer sus “reformas estructurales” en nuestra contra.

Sin embargo, y a pesar de que los melones se van acomodando en esa dirección, y que oficialismo y oposición quisieran llegar en relativa calma hasta las elecciones de octubre, todavía no están del todo bien agarrados.

El kirchnerismo al desnudo

Finalmente, se conoció la fórmula presidencial de “Unión por la Patria” (UxP) -el nuevo nombre del Frente de Todos-, sorpresiva para muchos pero que, para los militantes y simpatizantes kirchneristas, cayó como un balde de agua fría.  No solo porque Wado de Pedro ya había difundido el video en el cual se presentaba como el candidato a presidente, sino por el rechazo que genera Massa en el “núcleo duro” kirchnerista, por el cual hasta hace poco tiempo atrás considerado un “traidor”. Es decir, cuando todavía no habían digerido la ubicación de Manzur como vice de Wado, los que todavía creen que los Kirchner representan el “progresismo” nacional y popular, se vieron atragantados con la noticia de que su propia “jefa” había puesto el “dedo designador” sobre Massa, y aceptado como vice a Rossi, el candidato de Alberto Fernández.

Es sabido que Massa es el político que hoy en día mantiene las mejores relaciones con el gobierno de EE-UU, y que los medios lo definen como un político “pro-mercado”, de estrechos vínculos con empresarios que han hecho negocios y engordado sus ganancias gracias a sus relaciones con el Estado, como José Luis Manzano ex ministro del interior de Menem. Luego de dejar el ministerio, Manzano se radicó en EE-UU donde se asoció al grupo económico estadounidense del anticastrista Mas Canosa, vinculado a la CIA y al narcotráfico.  Manzano, en sociedad con Daniel Vila del Grupo América (antes Grupo UNO) y con el empresario (ex diputado del PJ) Francisco de Narváez, actualmente controlan el segundo multimedios más importante del país (luego de Clarín) abarcando 49 medios gráficos, radiales, televisivos y digitales, entre las que se destacan América TV y A24, Radio La Red, FM Blue y los diarios El Cronista, La Capital (Rosario), UNO de Santa Fe y Entre Ríos. Vila y Manzano además tienen negocios petroleros en Vaca Muerta, en el litio del noroeste, y Edenor la mayor distribuidora de energía del país. Es decir, de Nac & Pop Massa no tiene nada. Y encima va como vice un candidato de Alberto Fernández. Menos todavía.

Tanta decepción causó la designación de estos candidatos que Cristina FK tuvo que dar explicaciones políticas a su base militante durante un acto que supuestamente giraba alrededor de los derechos humanos y la “generación diezmada”. Allí llamó a la militancia a entender el contexto, es decir, las exigencias políticas que impusieron una candidatura unitaria.

Pero la lectura del contexto que en el 2019 le permitió al Frente de Todos volver al gobierno llevando como presidente designado por CFK a Alberto Fernández, le había valido a la “jefa” un amplio reconocimiento a su habilidad política. En cambio, ahora CFK tiene que explicar que el gobierno de Alberto Fernández fue “un mal menor” al que hubiera sido si hubiera vuelto a ganar Macri. Pero esta segunda dosis de la misma amarga medicina de 2019 cada vez resulta más difícil de tragar y de votar para la militancia kirchnerista. ¿Cómo hacen para votar a un candidato que unos pocos años atrás La Cámpora lo llamaba traidor? Por un lado, la explicación del contexto, la reafirmación de que si había interna el candidato del kirchnerismo era Wado de Pedro, y la habilitación a Juan Grabois para presentar en las PASO su lista como candidato a presidente contra la de Massa, para que los jóvenes militantes K puedan hacer su catarsis, antes de tener que votarlo a Massa en las elecciones generales.

El objetivo de dejar correr la lista de Grabois es evidente: retener el voto “progresista” dentro del Frente (ahora llamado Unión por la Patria). Sin embargo, no les evitará tragarse el tremendo escuerzo de tener que votar a su “enemigo público” Sergio Berni. Es que las dos listas que van a las PASO de UxP llevan solamente diferentes candidatos a presidente, pero comparten el resto de la boleta, y ministro de seguridad de Kicillof “trompeado” por los colectiveros encabeza la lista de la 3era sección electoral dentro de los senadores de la provincia de Buenos Aires. Eso sí, el servicio que le hace Grabois al kirchnerismo, se lo cobra poniendo en los puestos más altos de las listas a diputados a integrantes de su propia corriente. Hasta ahí llega todo el cacareo de los progresistas. Garantizan que no haya sangría de votos por el flanco izquierdo del kirchnerismo, siendo furgón de cola de un candidato del imperialismo como Massa.

Una cosa es el relato y otra la realidad

Para utilizar una expresión repetida por el peronismo, podríamos decir que “la realidad es la única verdad”. O también que “contexto” mata relato. Lo que está muy claro es que el kirchnerismo no es ninguna corriente revolucionaria, ni tampoco tiene como objetivo ninguna liberación como quizás alguna vez habrán creído “los pibes” de La Cámpora y otros, sino un ala del peronismo que se acomoda según se lo indique el “contexto”, en función de la defensa del capitalismo que, tal como CFK no se cansa de repetir, es para ella el único sistema eficiente. En ese marco común de defensa de los intereses de los capitalistas están todos: J x C, el FdT (ahora U x P) y Milei. Pero como es sabido, el que parte y reparte se queda con la mejor parte, y entonces, aunque todos sostienen al régimen capitalista, cada uno quiere mantener el poder para hacer el reparto según los intereses del sector empresario al que están asociados y también para alimentar su aparato político con el botín del Estado.

Así es que CFK ha dado una nueva demostración de pragmatismo peronista, renunciando al relato, a cambio de tratar de mantener la mayor cantidad de posiciones posibles en la gobernación de la provincia de Buenos Aires y en el Congreso Nacional. Importa poco que esto se haga a cambio de aceptar los acuerdos con el FMI y de reconocer en los hechos que el ajuste que ya está aplicando Massa tiene el aval y el sostén político de CFK y todo el kirchnerismo. Y de reconocer con la candidatura de Rossi y Tolosa Paz, además de los abrazos con Scioli, que el gobierno de Alberto Fernández fue un fruto de ese acuerdo de 2019 que -aunque hubieron fuertes roces- nunca se llegó a romper, a tal punto de que, a pesar del cambio de nombre, se sigue sosteniendo ahora en las listas de U x P.

A los militantes kirchneristas honestos o a los miles de trabajadores que alguna vez tuvieron expectativas en CFK y su corriente política y sus agrupaciones sindicales, queremos explicarles que esto va más allá de una cuestión de candidaturas.

Lo que queda demostrado es que ni siquiera los que se reivindicaban como nacionales y populares pueden sacar al país de la crisis y mejorar la situación de los trabajadores y los pobres, sino que es al revés: CFK dejó su gobierno en el 2015 con el 33% de pobres y ahora terminará su mandato junto a Alberto Fernández con un índice de pobreza superior al 40%.

¿Por qué? Porque en épocas de crisis capitalistas no hay lugar para conciliar los intereses de las patronales y las necesidades de los trabajadores. O se está con los capitalistas o con las luchas de los trabajadores. Y CFK ha dicho muchas veces que está del lado del capitalismo, y lo ha demostrado con hechos. Si entre el 2003 y el 2008 hubo una recuperación económica fue porque habíamos caído tan profundo en el pozo de la crisis, que volver subir unos escalones (devaluación del 300% de por medio) le pareció a una gran parte de los trabajadores y el pueblo como volver a respirar. Los años siguientes el kirchnerismo se mantuvo fuerte entre la clase trabajadora por el recuerdo de esos años de recuperación. Pero la realidad es que -crisis de 2009 mediante y nueva recuperación- ya desde el 2011 la economía está estancada, los salarios caen, aumenta la cantidad de pobres y la desocupación encubierta por la changa o el rebusque y el trabajo informal. 

No hay que dejarse engañar con la promesa vacía de que a los “años de vacas flacas” le seguirá una época de bonanza gracias a la soja, el litio y el gas de Vaca Muerta. Las ganancias de esos recursos irán a parar a los bolsillos de los empresarios nacionales y extranjeros, a saldar la deuda con el FMI y otros acreedores.

La crisis actual del capitalismo mundial no da ningún lugar al optimismo. No solo porque cada momento que pasa empeora las condiciones del cambio climático que ha traído -por ejemplo- la sequía cuyas consecuencias económicas ahora estamos sintiendo o, para nombrar un ejemplo cercano, como sufren los trabajadores y el pueblo uruguayo que casi no tienen ya agua potable.  Y por si el calentamiento global y la guerra en Ucrania fuera poco, una nueva guerra mundial está en ciernes, alrededor de los intereses contrapuestos entre EE-UU -que quiere seguir siendo la potencia hegemónica- y China.

Es por eso que no hay lugar para reformas, ni para emparchar un sistema basado en la explotación. Lo que hace falta es una verdadera revolución. No como la prometida por CFK que se queda solo en el relato falso. Hace falta una revolución que imponga un gobierno de trabajadores que expropie los medios de producción hoy en las manos privadas de los capitalistas, para devolverles el carácter social que deben tener para organizar y planificar la economía en beneficio del pueblo trabajador. Esa revolución cambiará todas las relaciones sociales y “los derechos” que hoy solo viven en el papel se harán carne con otras condiciones materiales de base. Una verdadera revolución abrirá paso a la unidad latinoamericana en el marco de la construcción de una sociedad socialista. La burguesía y aun sus representantes políticos más “radicalizados a la izquierda” ya demostraron su impotencia. Para luchar por una revolución socialista hace falta que la vanguardia de la clase obrera y los jóvenes nos organicemos en un Partido de Trabajadores revolucionario.

Los trabajadores nos hundimos en la miseria 

Mientras el “progresismo nacional y popular” ajusta como el mejor, crece la pobreza y empieza a aumentar la desocupación, nos dicen que hay que votarlos “porque si no gana la derecha” y va a ser peor. Pero con unos o con otros, mientras subsista el régimen capitalista, cada vez va a ser peor para los trabajadores, ya que estamos en una época en la que todo va barranca a bajo. La opción del “mal menor” ya no alcanza ni para cubrir dignamente las necesidades más elementales.

No hay más nada que esperar de las elecciones. No queda otra que luchar. Luchar por el salario, contra los despidos, por la salud y la educación. Para luchar y en el proceso mismo de la lucha tenemos que sacarnos de encima a la burocracia sindical que nos frena, que persigue a los activistas, que nos buchonea con la patronal.

Pero la lucha por las reivindicaciones más elementales, sea por dentro de los sindicatos o en la forma asamblearia de los autoconvocados, que es una forma de superar al aparato burocrático que se ha dado principalmente en docentes y en salud, es muy necesaria, pero no es suficiente. Esto es mucho más evidente en estos momentos, ya que los aumentos salariales se pierden frente a la inflación como arena entre los dedos. No hay forma de resolver nuestra situación si no apuntamos al poder político. Mientras el gobierno lo tengan los representantes políticos (la casta[u4] ) de los empresarios y sostengan al capitalismo, no habrá salida de la miseria para los trabajadores.

El programa que necesitamos los trabajadores

La pregunta que debemos hacernos los trabajadores es que programa -es decir, que cambios- necesitamos para terminar con la decadencia general, la miseria y la explotación. Aquellos que todavía puedan tener alguna expectativa en CFK, deberían preguntarse si el programa que propuso en el acto del 25 de mayo, es favorable a nuestros intereses o no.

Allí habló de aumentar el PBI y de pagar la deuda, pero no dijo cómo podremos los trabajadores salir de la pobreza. El acuerdo entre lo público (El Estado) y lo privado (capital internacional) para explotar los “recursos” es lo que ya está ocurriendo, por ejemplo, en Vaca Muerta y en Jujuy con el litio. Pero las ganancias se la lleva el capital privado y el Estado es su garantía. La riqueza creada por nuestro trabajo se la llevan los empresarios imperialistas que dejan muy poco para el Estado en concepto de impuestos, y lo único que “derrama” para el conjunto de la población es la contaminación ambiental. “Ponerles carita fea” como dijo CFK, para obligarlos a “distribuir el ingreso”, o apelar al espíritu cristiano de los empresarios para que aumenten los salarios, es una fantasía para ingenuos.

Ahora, con la economía organizada sobre bases capitalistas, cuando los empresarios -que son los dueños del capital y los medios de producción (fábricas, tierras, etc.)- consideran que no van a obtener un “retorno” (ganancias) suficiente, retiran sus inversiones y sobreviene una crisis. Cuando los políticos nos dicen que “hay que atraer las inversiones” es porque se preparan para aumentar nuestra explotación, ya que las inversiones vienen solo si los capitalistas pueden aumentar sus ganancias. A los empresarios, sean locales o extranjeros no se los puede “convencer” de que cedan sus ganancias voluntariamente, hay que expropiarlos. Pero no solo para “distribuir” o para tener mejores salarios, sino para reorganizar la economía sobre nuevas bases sociales.

Con los medios de producción en manos de un Estado Obrero, es decir, en manos de los trabajadores, en nuestras manos, la producción se organizaría en función de las necesidades de la mayoría trabajadora de la población y en base a un plan para que la economía crezca, pero no como es ahora para aumentar las ganancias de un puñado de capitalistas, sino para aumentar el bienestar social de nuestras familias. Al no estar regida la economía por la “sed” de ganancias capitalistas, el trabajo se repartiría entre todas las “manos” disponibles y en lugar de trabajar muchas horas algunos y otros nada (o en changas para sobrevivir), se repartirían las horas de trabajo para que todos trabajemos en jornadas más cortas, con un salario que cubra la canasta familiar total que ya superó los $375 mil.

Tampoco se puede “convencer” al FMI de que “nos permita” implementar otro programa para pagar la deuda. El llamado a la unidad nacional de CFK para eso es un cuento chino ¿Con quienes sería esa unidad, con Macri, Bullrich, Larreta, Milei…? Pero además con la sangría de la deuda, en un cuadro de decadencia y crisis general del capitalismo no puede haber ningún plan que beneficie a los trabajadores.  Para esto hace falta no solo desconocer la deuda sino expropiar a la burguesía y al imperialismo. No hay otra posibilidad.

Nos dirán que eso implica una lucha muy dura. Y sí, así es. Es muy grande la crisis y muy dura será la lucha para salir de esta situación. Lo que hace falta es una revolución que imponga un gobierno de trabajadores y establezca un Estado Obrero, que luche desde el primer día por extender esa revolución a toda Latinoamérica y el mundo.

Para “Cristina” el único sistema eficiente es el capitalismo. Dijo eso sin ponerse colorada, cuando su “capitalismo nacional y popular” se destaca por su eficiencia para producir pobres, llegando a la increíble e histórica cifra de una pobreza que afecta al 40% de los trabajadores. Mientras que, a nivel internacional, el capitalismo imperialista se sumerge en la crisis general y tras la guerra en Ucrania se apresta a desatar una nueva guerra, la tercera guerra mundial, de consecuencias inimaginables para el conjunto de la humanidad. No es que “Cristina” no sepa todo esto, pero habla y actúa según sus intereses y los de su clase, como lo que ella misma reconoció que es: una burguesa.

El único sistema que será eficiente para los trabajadores, será el SOCIALISMO. Y para eso es que hay que luchar por un Gobierno de los Trabajadores que expropie a los capitalistas para organizar la economía en beneficio del pueblo trabajador y no de un puñado de ricachones explotadores. Para esta lucha no basta la organización sindical. Hace falta organizar un Partido de Trabajadores, como sección de una nueva Internacional Obrera que tenga esa estrategia revolucionaria.

PCO, 21/7/23


 [u1]A qué se refiere con esto? No creo que muchos lectores lo entiendan. Incluso parece algo bueno

 [u2]Quizás próximamente podríamos hacer un art sobre el tema del federalismo, que se ampara en un discurso de mayor democracia, “contra la tiranía centralista”, y en los hechos es la búsqueda de burguesías regionales de ganar mayor autonomía para desarrollar sus negocios. Al imperialismo también le viene bien, porque ataca a cada provincia por separado. E incluso en algunos casos al gobierno central le viene bien, como en este caso al kirchnerismo que sólo tiene que mirar para el costado porque un gobierno provincial opositor está llevando adelante la política “anti-nacional” que de otra forma tendrían que haber hecho desde el gobierno.

La verdad a mí me sorprendió que una reforma constitucional provincial pudiera entregar el litio.

 [u3]O porque apoyaron a Morales desde el parlamento provincial

 [u4]De la que Milei es parte

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