Un año de guerra en Europa…Un año más cerca de la guerra mundial

 

Al cumplirse un año del inicio de la guerra entre Ucrania (+ OTAN) y Rusia, las tensiones se exacerban y todo apunta a una escalada.

Para hacer un compromiso explícito de apoyo militar a Ucrania, Biden realizó un viaje sorpresivo a Kiev. Y luego se reunión en Polonia con los aliados de la OTAN de Europa oriental (el grupo llamado los Nueve de Bucarest, integrado por Bulgaria, República Checa, Estonia, Polonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía y Eslovaquia). La frase contundente que dejó su visita fue que Estados Unidos respaldará a Ucrania en su lucha contra el ejército ruso “durante el tiempo que sea necesario”.

Paralelamente, Putin en su discurso ante la apertura de sesiones del Parlamento (21/2) anunció la suspensión del tratado de armamento nuclear conocido como “New” START. “Estados Unidos y la OTAN declaran abiertamente que su objetivo es la derrota estratégica de Rusia”, dijo. “¿Y qué, después de eso se supone que les vamos a dejar que se paseen por nuestras instalaciones (nucleares)?”.

Putin aseguró que Rusia se verá obligada a alejar la amenaza de sus fronteras si Ucrania recibe armas de más largo alcance de Occidente. “Una circunstancia debería ser clara para todos: cuantos más sistemas occidentales de largo alcance lleguen a Ucrania, más nos veremos obligados a alejar la amenaza de nuestras fronteras. Esto es natural”, recalcó.

“Las élites occidentales no ocultan su objetivo: infligir, como ellos dicen en discurso directo, ‘una derrota estratégica a Rusia’. ¿Qué significa esto? Para nosotros, ¿qué significa? Significa acabar con nosotros de una vez por todas, es decir, pretenden convertir un conflicto local en una fase de confrontación global. Así es como lo entendemos todo y reaccionaremos en consecuencia, porque en este caso estamos hablando ya de la existencia de nuestro país”, subrayó.

Y el 23/2 en el discurso con motivo de la festividad del Defensor de la Patria del jueves y un día antes del primer aniversario de su invasión de Ucrania, el jefe del Kremlin continuó elevando la tensión nuclear con Occidente: “Rusia mantendrá una mayor atención en el aumento de sus fuerzas nucleares. En ese marco, anunció el próximo emplazamiento de los nuevos misiles intercontinentales pesados Sarmat y la entrega masiva de misiles hipersónicos Kinzhal y Tsirkon a sus Fuerzas Armadas.

Como antes, prestaremos mayor atención a reforzar la tríada nuclear”, dijo Putin, en referencia a los misiles nucleares en tierra, mar y aire.

Ofensivas y contraofensivas

Al cumplirse un año del inicio de la guerra, la prensa occidental trata de responsabilizar a Putin por aumentar la tensión militar y por preparar una escalada militar.

Es sabido que la primera víctima de la guerra es la verdad, si es que todavía existiera algún resto de ella en la prensa burguesa en períodos de paz.

Como prólogo al viaje de Biden a Kiev se conoció la investigación difundida el 8/2 por el reputado periodista (ganador del premio Pulitzer en 1970) Seymour Hersh, afirmando que serían buzos norteamericanos los autores del atentado en junio del 2022 contra el Nordstream, que sacó fuera de servicio a ese gasoducto. Esta información confirmó las sospechas que ya habían planteado los rusos y le permitió a Putin esgrimir un argumento para la cohesión interna en su país. En cambio, la denuncia de Hersh tuvo muy escasa repercusión en la prensa occidental, a la que evidentemente no le conviene difundir.

Sin embargo, el atentado tuvo una gran importancia política y militar ya que terminó de definir la posición de Alemania, que vacilaba, apoyando a Ucrania con cuenta gotas y aportando solo elementos militares secundarios, mientras esperaba que la guerra terminara pronto para restablecer las relaciones económicas con Rusia. Ahora, en cambio, el gobierno alemán habilitó sin mayores discusiones la entrega de sus tanques Leopard requeridos por Zelensky, con la única condición de que EE-UU hiciera lo propio con sus Abrams.

Paralelamente EE.UU. viene aumentando la presencia militar en Europa con el despliegue de más de 20.000 tropas adicionales desde el inicio de la guerra en Ucrania, según declaró el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin el 24/2.

Esta escalada de provisión de armamentos se acercó bastante al punto de traspasar una de las “líneas rojas” marcadas por Rusia, ya que tanto en EE-UU como el Reino Unido se anunció que estaban discutiendo la posibilidad de enviar F-16 a Ucrania, mientras que Polonia aseguró que ya está en condiciones de entrenar en el uso de ese avión a los pilotos ucranianos. Sin embargo, parece que se está descartando esa posibilidad, ya que serían muy altos riesgos de provocar una reacción de Rusia que lleve la guerra más allá de Ucrania, transformándola en guerra mundial antes del tiempo planificado por EE-UU.   

Actualmente los combates se concentran en la ciudad de Bajmut. Allí Rusia está a la ofensiva y aparentemente mantiene cercada la ciudad, aunque las tropas ucranianas todavía sostienen su defensa. En términos generales, no hay avances decisivos sino un estancamiento, debido aparentemente a que tanto las fuerzas ucranianas como las rusas habrían sufrido muchas bajas en el curso del año que lleva la guerra y tendrían poca reserva de armamento y municiones, particularmente los ucranianos.

Ahora, tras varias semanas de estancamiento en las líneas enfrentadas, a juzgar por las declaraciones, se estaría a punto de romper el “status quo” por ambas partes, en una nueva escalada de la guerra: el periodismo prooccidental hace correr la versión de que Rusia estaría preparando una ofensiva de primavera (boreal). Mientras tanto Putin denuncia preparativos para una invasión ucraniana a Transnistria (Moldavia), en donde hay asentadas tropas rusas. Con ese argumento revocó el decreto de reconocimiento de la soberanía de esa región separatista de Moldavia, lo que implica la posibilidad de que Rusia concrete su anexión. A su vez EE-UU dice que respaldaría un ataque de Ucrania contra Crimea, del que ya hubo un primer intento con drones.

La OTAN “advierte” a China

Rusia sería la “culpable” de la guerra por invadir a Ucrania, porque es la que violó “el derecho internacional”. Y por eso la ayuda militar que brinda la OTAN a Ucrania es buena pero la ayuda militar que podría dar China a Rusia es mala.

Es por eso que, tanto el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken, como el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg, y la Comisión Europea por boca de su vicepresidente, Josep Borell “advierten” a China que no apoye militarmente a Rusia.

En declaraciones del día 23/2 a medios periodísticos el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que no tiene evidencias de que China haya enviado armas a Rusia, pero afirmó que la alianza ha visto indicios de que China está evaluando suministrárselas en lo inmediato.

Estas presiones coordinadas sobre China ocurren después de que EE-UU afirmara que unos globos aerostáticos que cruzaban su espacio aéreo eran un mecanismo de espionaje de China y vuelven a aparecer en la prensa versiones acerca de que el virus causante del Covid-19 salió de un laboratorio chino. Como se podrá apreciar comenzó una campaña de propaganda para ubicar a China del lado de los malos de la película, ya no solo por su intención de recuperar Taiwán por la fuerza, sino considerándolo como un factor fundamental en la guerra de Ucrania, que se ubicaría violando las “normas internacionales” si decidiera proveer de armamento a Rusia. La campaña psicológica se completa con la prohibición del uso de la app Tik Tok en varios países occidentales.

Tras las advertencias al unísono de todo el bloque imperialista occidental, inmediatamente, el canciller chino Wang Yi, viajó a Rusia a entrevistarse con Putin y con el canciller ruso Serguéi Lavrov. El visitante fue recibido en el Kremlin de manera efusiva y con un trato muy cordial. En esa reunión Wang Yi resaltó que la relación bilateral no va dirigida contra terceros países, pero que tampoco admite presiones de otras potencias. “Con la parte rusa, estamos listos para fortalecer nuestra asociación estratégica y nuestra cooperación profunda”, dijo.

“Nosotros apoyamos un mundo multipolar y la democratización de las relaciones internacionales (…)”, dijo Wang al comienzo de la reunión difundida por la televisión pública, en la que también a transmitió a Putin un “cálido saludo” del líder chino, Xi Jinping. Putin, a su vez insistió en su deseo de que el presidente chino visite Rusia en los próximos meses. “Le daría más impulso al desarrollo de nuestra relación”.

China entra de lleno en el juego

Hasta ahora China mantenía un perfil bajo, tratando de establecer en el plano diplomático una posición equidistante entre ambos bandos. China adoptó esta posición guiándose de manera pragmática guiándose por sus intereses económicos inmediatos. Pero los dirigentes del PC chino no comen vidrio. Tienen plena conciencia de adonde apuntan los cañones. No es por casualidad que hay forcejeos con EE-UU alrededor de Taiwán. Pero China necesita ganar tiempo para estar mejor preparada militarmente. Y Rusia, para aguantar ese tiempo, necesita armamento convencional para no desatar prematuramente la guerra nuclear, cuando China aún no está preparada. De ahí se desprende que tienen bastante asidero la preocupación de la OTAN acerca de que China estaría por proveer armas a Rusia. A su vez Rusia podría proveer a China de tecnología nuclear y misiles hipersónicos.

La preocupación de la OTAN por esta posibilidad bastante real y próxima, se desprende de que, en la situación actual, en la cual hay cierto estancamiento de las posiciones militares, con ambos bandos habiendo sufrido fuerte cantidad de bajas, y habiendo agotado en gran parte sus municiones, esa ayuda militar de China a Rusia sería sin duda desequilibrante y obligaría a la OTAN a “seguir cruzando líneas rojas”.

Pekín además juega con la política del tero, para contrarrestar la campaña yanki anti-china, se presenta como la impulsora de un acuerdo de paz. Mientras que EE-UU quiere presentar a Xi Jinping como el agresor que amenaza a Taiwán con una anexión por la fuerza, el gobierno chino ahora se ubica en la posición de quien busca la paz dejando a EE-UU como el que la niega. Además, parece que sumaría en esa línea a Brasil y a la India. El primer punto de esa propuesta es la defensa de la integridad territorial de las naciones, algo que implicaría en principio la retirada de Rusia del Donbás aunque no sin negociar su autonomía o un status neutral para esa región. Pero la aceptación del argumento de la defensa de la integridad territorial se volvería en contra de EE-UU, en la disputa por la inclusión de Taiwán como parte integrante de China o la defensa de su independencia. Es por estas razones que esa propuesta va a ser rechazada y solo puede considerarse una política para ganar tiempo. Si Zelensky dijo que la iba a considerar, cuando ya fue descartada por Biden, es solo por consideraciones diplomáticas y porque juega a retardar lo más posible la ayuda militar de China a Rusia.

Paralelamente continúan los preparativos de guerra en el sudeste asiático. El 11 de enero viajó Blinken a Japón para firmar un acuerdo que amplía la cooperación militar entre EE-UU y Japón “ante el desafío que supone China en la región del Indopacífico”. Y el 16/2 ambos países iniciaron maniobras militares conjuntas, en los ejercicios llamados “Iron Fist”. En las últimas semanas EE-UU organizó ejercicios militares con Japón y Corea del Sur, lo que provocó la respuesta de Corea del Norte enviando misiles al mar del Japón. Ahora, el 28/2 comenzaron los ejercicios militares llamados “Cobra Gold” entre EE-UU y Tailandia, en los que participarán 30 países del sudeste de Asia. China tampoco se ha quedado atrás y en coincidencia con el aniversario del comienzo de la guerra en Ucrania, realizó ejercicios militares junto con la armada de Rusia y Sudáfrica en el océano Índico. Por su parte Taiwán envió un batallón de 500 soldados a recibir entrenamiento militar a EE-UU, para aprender a usar las armas que les provee Washington.

En conclusión, la guerra en Ucrania no se dirige hacia los inicios de negociaciones para establecer un acuerdo de paz, sino a una escalada militar que está cada vez más al borde de la cornisa. Su dinámica actual lleva a desencadenar una guerra abierta y directa entra Rusia y la OTAN, lo que sería el inicio de la tercera guerra mundial. Esta nueva y próxima conflagración mundial, por lo tanto, está planteada cada vez más próxima, y puede comenzar tanto por una escalada militar en Ucrania, como por una provocación norteamericana en Taiwán que obligue a China a reaccionar.

 El carácter de los estados determina el carácter de la guerra

China está gobernada por un régimen “autocrático o dictatorial” -dicen los políticos imperialistas- al igual que Rusia. Nosotros usamos el término o categoría “bonapartista” para caracterizar esos regímenes. Aunque atravesaron distintas situaciones, ambos tienen en común que surgieron de las burocracias stalinistas-maoístas de los ex estados obreros, que controlaban el poder de esos estados cuando todavía prevalecía la propiedad estatizada. Pero en los estados ruso y chino actuales, hace rato que se restauró el capitalismo, y sus regímenes son la representación política de la burguesía surgida de la propia burocracia estatal. Estos regímenes “dictatoriales” que hasta hace muy poco eran buenos para hacer negocios ahora son considerados malos políticamente. El gobierno autocrático de la dictadura del PC chino, les sirve a los negocios de la burguesía imperialista, porque logra mantener a raya a los trabajadores chinos y hacerlos producir a ritmos intensos con bajos salarios y muy pocos derechos laborales. Pero a su vez ese gobierno representa los intereses de una burguesía ligada al aparato estatal, que creció y se fortaleció a partir de la restauración capitalista en China, procesada por el propio gobierno del PC, bajo rígido control y apoyo de las FFAA. El sector de la economía que permanece estatizado es a su vez una fuente de beneficios, privilegios y prebendas para gran cantidad de funcionarios del estado y burócratas sindicales, que constituyen una capa media alta, cuando no directamente burguesa.

China no es un país imperialista, pero la enorme concentración de trabajadores en una sola nación y su rápido crecimiento en las últimas tres décadas permitió que se desarrollaran empresas -tanto privadas como estatales- que tienen capacidad de competencia en el plano internacional y tienen un carácter imperialista al extraer plusvalía y recursos en los países semicoloniales. Lo mismo ocurre con las multilatinas, empresas de países latinoamericanos que siendo estos países semicoloniales -de posición intermedia, llamados emergentes-, tienen un desarrollo internacional e inversiones en varios países. “México es el país de Latinoamérica que más proyecta a sus empresas hacia el mercado global. El país norteamericano es líder: sus empresas representan un tercio de las firmas de la lista, seguido de Brasil, con 28 y Chile, con 23. Argentina, por su parte, apenas cuenta con 5 empresas en el ranking” (Infobae), como, por ejemplo: Grupo Bimbo, Ternium, Cemex (Mex); Grupo JBS, Marfrig, Gerdau (Bra); Falabella, Latam (Chi); Tenaris, Arcor (Arg); para nombrar solo los más conocidos.

En el mismo sentido, Rusia tampoco es un país imperialista. En su estructura económica prevalecen características de país semicolonial al ser proveedor de materias primas y combustibles, con desarrollo industrial poco competitivo, más bien destinado al mercado interno. Pero ha heredado de la URSS un arsenal nuclear, una industria de guerra y un ejército, que le permite hacer intervenciones de carácter imperialistas, como en Chechenia, en Georgia, y en Ucrania, que tienen tal carácter, aunque Putin se cubra con la justificación del pedido de intervención de los gobiernos separatistas del Donbás. Esas intervenciones militares no transforman a Rusia en un país imperialista -en el sentido leninista del término- pero como continuidad de la política nacionalista del Kremlin, determinan el carácter reaccionario de su ofensiva militar.

Distinta sería la cuestión si la guerra escalara a un enfrentamiento directo y abierto entre Rusia y la OTAN.

Las masas trabajadoras todavía no reaccionaron masivamente ante la guerra

Las principales movilizaciones relacionadas con la guerra han ocurrido en Europa. La socialdemocracia no movilizó. No quiere ver multitudes en las calles ni siquiera para apoyar su política pro-OTAN. Le dejó ese lugar a organizaciones de residentes ucranianos y feministas, mientras que los partidos de la derecha nacionalista se pronuncian en contra de continuar con el apoyo militar a Ucrania. La más reciente y numerosa concentración al cumplirse un año de guerra fue la realizada en Berlín el 25/2, que convocó a unos 10 mil manifestantes. La denominada “Marcha por la paz” pidió dejar de armar a Ucrania y buscar salidas diplomáticas al conflicto militar. Otra manifestación, de similar contenido y características, se realizó en Paris, y estuvo dirigida por un partido nacionalista llamado “Los Patriotas”, que es una ruptura del Frente Nacional (de Marie Le Pen). Pero todavía no han surgido movimientos de masas independientes de los partidos burgueses imperialistas que cuestionen la guerra en general, ni siquiera en Europa, que tiene la guerra en sus narices.

Menos todavía ha ocurrido en Latinoamérica. Salvo actitos marginales de algunas corrientes que se reivindican trotskistas, que en línea con el revisionismo morenista -fracción de la cual provienen-, y con el argumento “democrático” de la “autodeterminación nacional” se ubican en la trinchera de Ucrania-OTAN. Nos referimos a la LIT-CI (PSTU en Arg); a la UIT-CI (Izquierda Socialista en Arg) y otros grupos menores (*). De hecho, su posición en relación a la guerra es socialdemócrata.

El curso actual de los acontecimientos y la perspectiva de su desarrollo confirma nuestros análisis, que ahora parecen muy evidentes, pero no lo eran tanto en 2018, por lo menos para la “izquierda” argentina. Aunque esos acontecimientos transcurrieron de manera que no pudimos prever, como la guerra de Ucrania con Rusia, los trazos gruesos de nuestra caracterización se van confirmando por los hechos, con cada día que pasa. Hechos que aproximan el desenlace militar de la crisis general del capitalismo en una tercera guerra mundial.

Mientras algunos partidos y corrientes internacionales que se reivindican trotskistas -ensuciando el nombre del gran dirigente de la revolución rusa-, como dijimos arriba mantienen una posición socialdemócrata en el mismo frente militar junto con la OTAN, algunos de esos mismos y otros afirman que no hay posibilidad de guerra nuclear (UIT-IS; CMI-El Militante) o es una posibilidad para un futuro lejano (PTS-FT), para mantener su orientación electoralista. Por su parte el Partido Obrero (Arg) la menciona como una probabilidad cercana, pero continúan su actividad electoral y asistencialista de los pobres, como si estuvieran pronosticando que va a llover. Si bien estas organizaciones no tienen influencia en las masas trabajadoras, contribuyen a la confusión de sectores de vanguardia.

Por eso el Partido de la Causa Obrera y el Comité de Enlace Internacional que integramos con los compañeros de El Topo Obrero de Venezuela y los compañeros de Fabriles Socialistas Revolucionarios de Bolivia, impulsamos un reagrupamiento revolucionario internacional sobre las bases principistas de la fundación de la IV Internacional y en particular en la actual situación, sobre una interpretación leninista trotskista de la guerra europea  actual y una ubicación correcta frente a la guerra mundial que se avecina.

Antonio Bormida, 1/3/23

(*) También participó Convergencia Socialista (de Combate), integrante de la Corriente Comunista Revolucionaria Internacional (CCRI), dirigida por Michael Pröbsting. Y Democracia Obrera integrante de la Fracción Leninista Trotskista Internacional (FLTI). Ambas también provenientes de la corriente morenista.

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