Las relaciones carnales del gobierno kirchnerista con EE-UU
Sergio Massa (actual ministro de economía) no viajó a EEUU sin antes cerrar dos asuntos importantes y que muestran, por si hacía falta más evidencia, su rumbo. Primero confirmó a su viceministro, el “neoliberal” Rubinstein, y luego concedió a la burguesía agro-exportadora liquidar sus divisas con un dólar a $200 cuando el dólar oficial está en alrededor de $150. Sólo con estas dos acciones desmintió todo el relato kirchnerista sobre supuestas batallas contra los “sojeros” (exportadores de poroto y aceite de soja) y “neoliberales”.
El ministro de economía mostró los frutos de toda una carrera política recorrida al calor de la embajada yanqui. Los contactos de Massa con la oligarquía financiera más importante del mundo y su burocracia política, fue exhibida obscenamente durante toda la gira. El gobierno kirchnerista no tiene nada que envidiarle a las famosas “relaciones carnales” de Guido Di Tella, el ministro de relaciones exteriores del gobierno peronista de Carlos Menem en la década del 90. Pero no es Massa el único que hace gala de tan íntimas relaciones con el imperialismo yanqui dentro de la actual alianza política gobernante, el Frente de Todos (en adelante FdT). Sin dejar de mencionar las amistosas reuniones de CFK con el embajador norteamericano Marc Stanley y la jefa de la IV Flota de Marines, Laura Richardson, los que se destacaron como besa-manos del “simpático embajador” fueron los dirigentes de todas las fracciones de la burocracia sindical, los “gordos” de la CGT, el dirigente del sindicato de camioneros Pablo Moyano, el de docentes bonaerenses Roberto Baradel y el secretario general de la minoritaria Central de los Trabajadores de Argentina, Hugo Yasky (ahora rebautizado “Hugo Yanky”).
Inclusive el intento de acercamiento de Cristina Kirchner al todavía principal referente de la derechista alianza opositora “Juntos por el Cambio” (en adelante JxC), Mauricio Macri, vía el senador José Torello, responde a la consigna lanzada por el embajador de EE-UU en la reunión del Consejo de las Américas, realizada en la ciudad de Buenos Aires. Allí, tras el discurso del jefe de gobierno de la ciudad capital Horacio Larreta insistiendo con que “el próximo gobierno de la Argentina tiene que ser un verdadero gobierno de coalición”, Marc Stanley, a su turno, respondió: “Yo le diría que lo hagan hoy mismo”. Y rápida como es Cristina Kirchner, antes de que ese acuerdo lo hagan otros y la dejen afuera, utilizó el atentado y el escenario místico de reencarnación en una nueva Cristina “santificada”, para hacer pública la propuesta de ese acuerdo.
Cristina Kirchner y el “acuerdo nacional”
En su reaparición pública después del fallido intento de atentado, y en un “acting” -con voz quebrada incluida- Cristina Fernández de Kirchner (en adelante CFK) agradeció a Dios y la Virgen por estar viva. Ya bañada en agua bendita y aprovechando la campaña contra “el odio” y por la unidad nacional -que no se desarrolla por casualidad-, CFK le propuso un acuerdo a JxC: “…si la economía tiene problemas hay que discutir de números…porque dos más dos es cuatro y no hay posibilidad de que sean cinco o seis. En cualquier otra cosa, la política, la religión, es lo que cada uno piensa y siente, pero la gran ventaja que te da la economía es que podés discutir sobre números”.
¿Qué significa esto? No, no es que “Santa Cristina” haya descubierto las matemáticas, sino que entiende que para hacer pasar el ajuste hace falta un acuerdo que involucre a todos los interesados, a todos los que sostienen al capitalismo, que según Cristina es “el mejor sistema posible”. Y en otras palabras dice que, aunque cada coalición política pelee a brazo partido por el poder de cara a las próximas elecciones, el FdT y JxC se pueden poner de acuerdo en la política económica, ¿se habrá formado una pareja? En realidad, son una pareja de hecho; no un matrimonio oficial pero igual funciona para sostener lo que más les interesa: el ajuste del gasto público y la caída del salario real, para mantener las ganancias capitalistas y los negocios del imperialismo.
El programa de este Frente del Ajuste lo dicta el FMI, pero todos los partidos patronales lo han aceptado como el único posible, en este marco de crisis nacional e internacional. El encargado de implementarlo es Massa, con el apoyo de Alberto Fernández, pero sobre todo con el aval de CFK, ya que como es sabido -Guzmán y Batakis por medio- no hubiera sido posible que Massa asumiera como “super” ministro sin el visto bueno de “La Jefa”, CFK. Es decir, aunque el peronismo y la burocracia sindical traten de ocultarlo, al plan de ajuste de Massa lo banca Cristina.
Claro, “casas más, casas menos”, es el mismo plan que desde un principio había propuesto el FMI, “un ajuste clásico”, como le recomendaría el economista neoliberal, Carlos Melconián, a CFK en aquella reunión a solas, y es el mismo que aplicaría JxC si estuviera gobernando. Es por eso que CFK se atreve a proponer un acuerdo, aunque no sea público, porque 2+2 serán 4, pero para llegar a ese resultado los partidos y coaliciones que defienden al régimen capitalista deben sostener juntos este plan de ajuste. Además, para que el plan pueda pasar deben tener el apoyo de las burocracias sindicales, aunque cada uno juegue en su rol: Los “gordos” e “independientes” de la CGT son “los responsables”, que no hacen paro ni marcha, y que apoyan a Alberto Fernández-Massa. Pablo Moyano y la Corriente Federal del bancario Palazzo juegan con el kirchnerismo, se hacen los “combativos” pero nunca van a ir a la guerra. La CTA de Yasky y Baradel es ultrakirchnerista y por eso mismo, al igual que los sindicalistas de la CGT, no hacen un paro ni a palos. La CTA A de “Cachorro” Godoy quiere “que el gobierno cambie de rumbo”, pero no sacan los pies del plato del FdT. En la última línea defensiva, bancando la paz social, y evitando que los más pobres se llenen de odio contra los explotadores, los movimientos sociales vinculados a la Iglesia y al Papa (Los Cayetanos), que además tienen su lugar en el aparato estatal.
Este es el equipo completo, el Frente del Ajuste, encabezado por el FMI, el embajador de EE-UU, CFK, Massa y Alberto Fernández.
La primera prueba para este matrimonio por conveniencia es el presupuesto para 2023. Allí está plasmado los números del ajuste. ¿Qué dice el presupuesto? Que el déficit fiscal va a bajar de 2,5% del PBI al 1,9%. Bruto recorte, que según el periodista Bercovich sería del 3,7% del PBI (mientras que en 2022 fue de 3,1%). Basta comparar lo que se gasta en pagar deuda pública (9,3% -sin pagos al FMI-) contra lo que se gasta en salud pública (4,5%) y en educación y cultura (6,1%). En el presupuesto hay una rebaja de la seguridad social del 4,3% (es decir en jubilaciones), en promoción y desarrollo social (“planes” de asistencia social), y un aumento de 2,2% en defensa y seguridad (léase represión). Y los mayores recortes están en los subsidios al transporte, combustibles y energía, es decir, se proyectan importantes tarifazos. Estos porcentajes son considerando la devaluación estimada en el presupuesto. Si la inflación es mayor, los recortes son mayores.
Grietas y asociaciones ilícitas
Sin embargo, el acuerdo del 2+2 está atravesado por un desacuerdo. Nadie resigna sus aspiraciones al poder. Por eso para JxC no había ninguna ganancia en incluir la impunidad judicial para “la Jefa” en ese acuerdo, como expresamente planteó, el senador kirchnerista José Mayans, su delfín parlamentario, que se tiró de cabeza a una pileta sin agua.
La disputa entre las camarillas de la política patronal, la llamada “grieta”, está que arde justo cuando más acuerdo y continuidad de la política económica hay entre los macristas-radicales (JxC) y los peronistas-kirchneristas (FdT). Esta es la aparente paradoja de la situación política actual en Argentina.
El alegato del fiscal Luciani en el juicio a CFK por corrupción y su pedido de condena a 12 años de cárcel en base a la figura de “asociación ilícita”, puso “en llamas” a Cristina. Tronaron las amenazas de levantamiento por parte de la agrupación dirigida por Máximo Kirchner “La Cámpora”, si finalmente condenan a CFK a prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos. Luego el gobierno responsabilizó a JxC y el lawfare encarnado por Luciani y los jueces macristas por el frustrado intento de atentado a Cristina Kirchner. En lugar de reconciliación y unidad nacional, en el plano electoral y judicial se tiran a degüello.
Sin embargo, lo que aparenta ser contradictorio es lógico desde el punto de vista clasista. Los políticos patronales representan a la Unión Industrial Argentina, la Asociación Empresaria Argentina, Sociedad Rural, Cámaras agroexportadoras, bancos, etc., y tienen acuerdo sobre la “necesidad” (de la burguesía) de atacar al pueblo trabajador en sus condiciones de vida. Pero en lo que no pueden acordar es cuál de las dos “asociaciones ilícitas” (JxC o FdT) se queda con el jugoso botín del poder político, de la corrupción y la impunidad aplastando a la mafia rival. Eso se dirimirá en las elecciones.
Derrotar al Frente del Ajuste
Contra el ajuste se levantaron algunos sectores de trabajadores: docentes de varias provincias y trabajadores de la salud. Pero en particular tuvo una gran repercusión, la huelga de los obreros del neumático que, según el gobierno y los medios, son “caprichosos”. No quieren dejar que las patronales le rebajen el salario en las negociaciones paritarias. ¡¡que caprichosos!! Y a pesar de recibir el ataque concentrado de todo el régimen patronal (empresas, gobierno, oposición política, medios de comunicación, etc.) los obreros del neumático lograron evitar una rebaja salarial. La tarea más importante del momento es impulsar todas las instancias de unidad entre los diferentes sectores de la clase obrera y el pueblo pobre para fortalecer, y potenciar, el combate contra la ofensiva del Frente Ajustador (el FdT y la oposición macrista-radical), es decir, no de tal o cual patronal individual, sino de toda la clase capitalista y ejecutada por el gobierno comandado por Cristina Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández y respaldado por toda la burocracia sindical. Esta es la lucha que tenemos por delante.
La lucha contra el ajuste es inseparable de la más absoluta independencia política de los trabajadores con respecto al gobierno que lo aplica. Esto es una verdad tan evidente que solo quienes hayan perdido la brújula estratégica de la independencia política de clase pueden discutirla, como ha hecho el PTS (FT) defendiendo con argumentos leguleyos a CFK de la “persecución” judicial y una inexistente proscripción política. De la igual manera, que correr a ponerse en la cola de los “condenadores” del atentado, como ha hecho el aparato electoralista del Frente de Izquierda (Partido Obrero, PTS-FT, Izquierda Socialista-UIT-CI, MST-LIS), antes de tener más información sobre sus autores, indica un acentuado y sensible reflejo socialdemócrata de defensa de las instituciones del régimen burgués. Peor todavía el Nuevo Mas-Socialismo o Barbarie que, argumentando consecuencia, participaron de un acto de apoyo al gobierno en Plaza de Mayo convocado por el FdT.
Además, agitar el fantasma del fascismo para diluir la responsabilidad central que tiene CFK en el gobierno ajustador (PTS-FT) es tan criminal como estéril.
Quienes se impresionan del supuesto “fortalecimiento político” entre el pueblo de la figura de CFK por su victimización tras el fallido atentado son incapaces de ver que la dinámica actual es la contraria. Es la ruptura de crecientes sectores del pueblo con el peronismo por sufrir su política de ajuste. Enredar, mezclar, aunque sea un poco las banderas del marxismo revolucionario con Cristina Kirchner y su gobierno, eso es lo que fortalece entre la clase media y los trabajadores las corrientes proto-fascistas que se dicen combatir. El mejor alimento para la reacción en épocas de crisis agudas es el reformismo y el oportunismo adaptado y atado a una “democracia” en decadencia. A las “medidas extremas” de la derecha solo puede oponérsele un programa: la revolución socialista.
El enemigo a derrotar ahora mismo es el gobierno nacional (peronista) y a los gobiernos provinciales y municipales que aplican la ofensiva antiobrera y antipopular, así como a sus agentes de la burocracia sindical y “cayetana”. La tarea urgente es apoyar y coordinar todas las luchas actuales contra el gobierno y las patronales preparando la movilización general que pase por encima de esos dirigentes que se pasean por la embajada yanqui. La tarea estratégica es construir el partido de trabajadores revolucionario que dirija esa lucha general a la conquista del gobierno obrero que expropie a los capitalistas.
Turco Morales y Edmundo Rivero, PCO, 29-9-22 (modificada y actualizada para esta revista el 29-10)